EL ROSTRO-MÁSCARA DE FRIDA
Como si del grupo de El Puente del expresionismo alemán se tratara, Frida Kahlo, en distintas épocas de su vida, manifestó sus sentimientos mediante su rostro-máscara. Comenzó con el cuadro Mi nana y yo (1937), donde el rostro del ama, desnuda de cintura para arriba, se halla reemplazado por una máscara de piedra precolombina de Teotihuacan. El ama india, que en esta representación recuerda a una dios precolombina de la maternidad o un ama del arte funerario de Jalisco, se funde con el motivo colonial cristiano de la Virgen con niño, en contraposición de las representaciones típicas cristianas donde se pone en relieve la unión entre madre e hijo. La relación reflejada en el cuadro resulta distante y fría.
En este cuadro conecta con los expresionistas en cuanto a la adoración que sentían por los motivos primitivos, los países lejanos, la vuelta a la naturaleza, pero a medida que avanzamos en la obra de Frida vemos muchas máscaras con diferentes significados, máscaras que ocultaban su ánimo, donde se ocultan los verdaderos sentimientos de la artista. En el autorretrato La Máscara (1945), la máscara de pasta de papel muestra los sentimientos que el rostro no revela. El rostro se convierte en máscara y la máscara en rostro, ésta es la que llora, que está triste, que se acongoja, su rostro no, salvo por algunas ocasiones donde algunas lágrimas lo recorren.
Entronca con los expresionistas por su interés en el lenguaje de los colores. El color era un elemento clave para inspirar sensaciones y detrás de las máscaras nos encontramos la agresividad (pero también la precisión) de las pinceladas, ese espíritu agresivo, violento, con el que buscan otra forma de lenguaje; los alemanes hacen todo esto en momentos de cambios sociales, quieren alcanzar un puente a la esperanza, entre lo viejo y lo nuevo, por eso vuelven a lo primitivo, a las máscaras de la naturaleza, mientras que Frida se oculta tras ella, es una coraza, una protección, no quiere expresar sus sentimientos ni que sean vistos. También es un puente entre la vida vieja y la nueva, en ella también se estaban produciendo cambios, viéndolos justo en el momento en que se divorcia de Diego, siendo un momento de grandes cambios en su interior ella se disfraza, se pone una máscara. Esta independencia del artista es también tematizada en el Autorretrato con pelo cortado (1940), donde en lugar de un atuendo femenino, como en la mayoría de sus retratos, la encontramos vestida con un traje de Diego, los largos cabellos acaban de ser cortados con una tijera que aún se encuentra en sus manos. Sus cabellos y peinados también parecen hablar por ella y expresar sus sentimientos y frustraciones en obras como Autorretrato con trenza (1941) y Diego y yo (1949, donde sus cabellos parecen querer ahorcarla).
![Lo que vi en el agua](https://365diasdecine.wordpress.com/wp-content/uploads/2011/01/lo-que-vi-en-el-agua.jpg?w=500&h=654)
LA MUJER FRENTE AL ESPEJO
André Breton, cuando hizo su primer viaje a México, “un país donde se abre el corazón del mundo”, según sus propias palabras, pasó un tiempo con Diego Rivera y Frida Kahlo, encontrando las pinturas de ésta última, en particular, “intuitivamente surrealistas”.
Él diría de Frida: “Mi sorpresa y placer fueron desmedidos cuando descubrí, a mi llegada a México, que, en sus últimas pinturas, su obra había eclosionado en una surrealidad pura, a pesar del hecho de que había sido concebida sin conocer previamente las ideas que motivaban las actividades de mis amigos y las mías propias… Estaba siendo testigo, en el otro confín de la tierra, de una expresión espontánea de nuestro espíritu inquisitivo…”
Pero Kahlo nunca se unió al grupo surrealista, de hecho, llegó un momento en que los despreció y no quería que la confundieran con ellos. “El surrealismo es la sorpresa mágica de encontrar un león en el armario donde uno quería tomar una camisa”, así definía ella este movimiento, pero según sus palabras, ella no encerraría jamás un león en un armario; como mucho se retrataría con sus garras, pero huiría de los golpes de efecto provocados por el desconcierto.
Resulta fácil ver que tanta gente ha calificado a Frida de surrealista, sus retratos, en los que se atormenta a sí misma, esa mujer ante el espejo, ese análisis que se hace sobre sí misma, que como decía ella, “soy el motivo que más conozco”. La mujer frente al espejo, frente al agua-espejo, que la refleja, que la enfrenta a sí misma, obligada a encontrarse ahí, sin escapatoria, obligada a estudiarse como un motivo más, ella era su propia modelo y a la vez, así podría relatar sus propios emociones, pasiones y dolencias. Un espejo invisible está presente en todos sus autorretratos, pero también en Lo que vi en el agua (1938), donde el agua refleja parte de ella misma, y de paso nos recuerda aquella pintura surrealista del collage, de la fragmentación del cuerpo femenino, de la unión de elementos.
El uso que hace Frida de las figuras híbridas (compuestas por elementos animales, de plantas y humanos), como el juego con el que tanto se divertían los surrealistas, los cadáveres exquisitos, entronca en ocasiones, inevitablemente, con la iconografía surrealista, en el cual los miembros humanos echan ramas y una persona puede tener la cabeza de un pájaro o de un toro.
Las aperturas o cortadas que Frida frecuentemente produce en un cuerpo humano hace pensar en las cabezas y manos amputadas o en los torsos huecos que se ven a menudo en la pintura surrealista.
También es posible interpretar su costumbre de colocar escenas de dramática inactividad en medio de espacios abiertos, muy extensos, espacios que se apartan de la realidad cotidiana, como un modo surrealista de desasociar al espectador del mundo racional, como aquellas obras de Dalí donde un paisaje lunar o desértico absorbe una escena surrealista donde muchos elementos pequeños y grandes interactúan lentamente. También Frida posee estos paisajes, donde ella está sola con su perro, con su cama de hospital, su corsé y su columna rota.
Pero Frida no es surrealista. Si bien es cierto que muchos de sus cuadros aceptan la interpretación desde esa premisa estética, la pintora jamás lo pretendió.
El componente fantástico se inserta en los cuadros de Frida con toda la naturalidad posible, como si no existiera una verdadera separación entre el mundo tangible y el mundo de lo posible, y esta grieta es el espacio en el que colocan el caballete los pintores surrealistas, como Magritte, Dalí, Ernst o inclusive El Bosco, con esa idea multitudinaria de elementos que conviven e interactúan en un plano amplio.
Frida, en sus obras, expresaba la realidad de sus sentimientos, su mano dibujaba todo lo que su cuerpo le transmitía, dentro de su realidad, pudiendo pensarse que su obra retrata un mundo onírico, del subconsciente. Es todo lo contrario, en su obra representa la realidad más profunda de su vida, sus miedos, sus anhelos, sus esperanzas y su destrucción, todo lo que le influía y era un motor en su vida, sus obsesiones; No quería escapar de la realidad a un mundo de ensoñación, todo lo contrario, representaba la realidad más pura y desgarrada, pero sí con un toque de irrealidad.
Frida nos entregó un surrealismo tan cercano como lo es su lejana vida para nosotros.
![Frida Salma](https://365diasdecine.wordpress.com/wp-content/uploads/2011/01/frida-salma.jpg?w=500&h=275)
PARALELISMO Y PRESENCIA EN EL CINE
Si bien es posible decir que la obra de Frida hasta el momento no ha sido talvez tan influyente en el cine como la de otros pintores como Friederich, Munch, Hopper, Vermeer y demás, es verdad que se pueden encontrar muchos elementos en su pintura como los temas, su biografía, los muchos elementos pictóricos, la simbología mexicana y demás, si se busca un poco dentro del amplio panorama de cine internacional, pero es de esperar que podamos encontrar más frecuentemente su influencia en películas mexicanas.
Es verdad que la vida de Frida, por sus tintes de tragedia y una estremecedora mezcla de pasiones, arroja mucho tema para contar tanto en biografías, en literatura, en celuloide, documentales y demás. A la fecha la vida de Frida se ha llevado en 2 ocasiones a la pantalla: la primera vez, con Ofelia Medina interpretando a la pintora, “Frida: Naturaleza Muerta”, del año y “Frida”, de Julie Taylor con Salma Hayek en el papel de Frida. En ambas películas, se hace vigente el carácter del personaje que es Kahlo y se acercan, sobre todo la segunda, al estilo pictórico de la obra de la artista mexicana, creando, a través de efectos especiales, diversas transiciones de pintura a acción, utilizando pinturas emblemáticas de la artista para marcar diversas etapas de su vida, como organizando secciones.
![Amores Perros Goya Toledo](https://365diasdecine.wordpress.com/wp-content/uploads/2011/01/amores-perros-goya-toledo.jpg?w=500)
Aspectos de la vida o la personalidad de Kahlo también pueden ser comparados con películas como “El abogado del diablo”, donde la relación de los nuevos esposos, el ascenso hacia una vida aparentemente mejor, la soledad de la mujer, el aborto o la infertilidad, la infidelidad del hombre y demás. También la relación que se tiene con las moscotas, como sustitución de hijos que no se pudieron tener, que murieron, que hacen de única compañía y llenan la vida de sus dueños en películas como “Amores Perros”, “El Coronel no tiene Quien le Escriba”, éstas dos mexicanas. También en la película de González Iñárritu encontramos más similitudes con la simbología y la vida de Frida Kahlo. En la segunda historia que se nos presenta el director presenta a una modelo que se ve envuelta en el choque de automóviles que da inicio a la trama de esta historia, ésta se queda en casa, desesperada. En un momento de la historia, buscando a su perro que se ha caído por un hoyo que se hizo en el suelo, la pareja comienza a hacer más y más agujeros en la duela sin éxito, el pequeño paisaje, el decorado nos muestra en general un piso agujerado, lleno de hoyos, que nos dice cómo está la relación de la pareja, al igual que en los cuadros de Frida Kahlo, como La columna rota donde el paisaje es agrietado y accidentado, reflejando las fisuras en el cuerpo y el alma de la artista. También bajo este mismo esquema podemos encontrar películas como “Lucía y el Sexo” de Julio Medem o “París, Texas” de Wim Wenders, donde en ambas un personaje se encuentra solo en la inmensidad del paisaje y el paisaje representa su mundo interior, como una auto-confrontación, como el momento en que uno tiene que afrontarse consigo mismo, en su soledad.
Siguiendo la misma línea introspectiva, los espejos, frente a los cuales Frida se colocaba para autorretratarse, suponen una inmersión hacia uno mismo, una búsqueda hacia el interior, hacia nuestro propio ser. Así Frida se conocía y se diseccionaba, analizaba su reflejo y lo dibujaba como ella misma se veía. Hay tantas y tantas obras cinematográficas, donde vemos esa introspección, por mencionar algunas: “Memorias de África”, “La Edad de Oro”, “Blancanieves y los 7 enanos”, “Cronos”, “Eyes Wide Shut” y la misma “Amores Perros”.
![Macario](https://365diasdecine.wordpress.com/wp-content/uploads/2011/01/macario.jpg?w=500&h=353)
Ya establecido el mexicanismo de Frida, también se puede hablar de que algunas de sus símbolos tradicionales y costumbres del pueblo mexicano han sido llevados a la pantalla en películas como “¡Que Viva México!” de Eisenstein (donde además colaboraron activamente Frida y Diego), “Asesinos”, con Antonio Banderas, donde se retrataba una procesión de Día de Muertos y demás películas en su mayoría de nacionalidad mexicana, sea el ejemplo de “Macario” o “Pedro Páramo”, donde la presencia de la muerte es real, palpable. Los fantasmas, los mitos, las leyendas y la muerte hace su presencia, desafiando nuestra propia resistencia a ella.
Más recientemente, si bien no se puede acusar una referencia a la obra de Frida Kahlo, es verdad que Tim Burton utiliza mucho (sobre todo en sus películas de animación) la figura de la muerte, de la calavera sonriente, que toca la guitarra, que canta. El mundo de los muertos lo representa alegre, mejor aún que el de los vivos. También en su película “Sleepy Hollow”, el Jinete sin Cabeza comienza a degollar gente porque parte de su esqueleto, concretamente su calavera, ha sido robada, leyenda que también conjuga mucho con la ideología mexicana (a Pancho Villa, héroe de la Revolución Mexicana, lo desenterraron y le despojaron de su cráneo 3 años después de muerto “para que no volviera de entre los muertos”).
Y ya por último, aquel debate que comenzó Frida acerca de las fronteras, más específicamente la de dos países tan diferentes y vastos como Estados Unidos y México, sigue siendo llevado a las pantallas puesto a que es un tema muy actual, que cada vez más frecuentemente es plasmado en música, artes plásticas y también en películas como “Los 3 entierros de Melquíades Estrada”, “Paris, Texas”, la próxima “Babel” y demás. Lo que Frida reflexiona y plantea en sus obras, donde marca un distinguido y claro contraste entre ambas naciones, sigue siendo objeto de interés para muchos artistas en la actualidad.
Quizá Frida todavía tenga mucho qué aportarnos, si bien su obra puede ser simple o fácil hasta cierto punto de comprender, es de una sinceridad absoluta y desgarrante que nada tiene qué esconder. Creemos que Frida Kahlo es una artista adelantada a su tiempo, y con el tiempo poco a poco se irá descubriendo más de ella.
Éste es un extracto de un ensayo que escribí hace algunos años para mi clase de Estética General Comparada, junto a Rodrigo Álvarez y María Dolores Arribas.